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La noche del vendedor de jazmines


Hubieras empezado por ahí, y todo esto no sería necesario. Sabés que me pasé la noche diciendo esto es lo mío, mirar los árboles, escuchar a Mery decir algo sobre la botella que tiene en las manos, o verlo venir al florista con un ramo de jazmines y decirle son jazmines esos, y que él diga: ella dice "son jazmines esos", y se ría y se acerque a nosotras y tire el ramo de jazmines por el aire diciendo "claro que son jazmines, ahora elijan el que más les guste, le regalo uno a cada una pero déjenme darles un consejo" y saber que eso es la justicia, lo que estamos esperando, la obra, la película manifestándose hacia todos los rincones de la plaza, el sufrimiento ajeno el miedo que me causaste, les voy a dar un consejo sobre las flores, dijo él, y siguió diciendo "si quieren una flor, quiéranla, y en el amor vale lo mismo que en los jazmines" y yo entendí "arránquenla" y ahí él se fue repitiendo "son jazmines esos, dice ella" y se dobló al reírse al desaparecer tras doblar la esquina, tras bordear la plaza, tras decir "luchen" porque era eso lo único que nos pedía. Nos regaló los jazmines por todos los hombres, por todas las bestias, por la desidia y la negligencia masculina como pidiendo perdón, yo también sé amar, yo también sé decir las cosas del alba.
Pienso en ti
estarás durmiendo
estarás muy quieto
habrás dejado de quererme.
Pensarás, eventualmente
que yo también seré otra
y que avanzar es eso, entender dos cosas:
la primera, que no se puede volver. Y la segunda,
que volver siempre es lo justo. Lo necesario.
Hay acaso un manto, amor
una noche tan oscura
para saber lo impensable, por qué suceden las cosas
por qué es amargo vivir en lo despacio
pensando dónde hay un hombre para acercarte
con las palabras usuales
en un lugar donde soy, como si no lo supieras,
irreversiblemente tuya.